Fragmento de:
"El Príncipe de los Perros
como explorador de estanques"
Entonces el
Príncipe de los Perros probó suerte. Cogió la red de pesca con su boca. Leopoldo
se subió, curioso como siempre, sobre la nariz de su amigo. Después se colgó de
la red de pescar para no perderse detalle: "¡Allí, allí, allí...! ¡No,
aquí! ¡Mira
esto! Y allí..."
Las
instrucciones de Leopoldo eran demasiado rápidas para el Príncipe de los Perros
que no podía pescar a ese ritmo. El perro lanzó la red hacia atrás y hacia
adelante. El agua salpicaba. Los dos se lo pasaron bomba. Pero la red de pesca
seguía vacía.
"Eres
demasiado lento",
bromeó Leopoldo. "No estamos pescando nada.“¡ Se nos ha escapado hasta un
caracol!", dijo riéndose tan alto de su propia broma, que casi se cae al
agua. El Príncipe de los Perros lo intentó una vez más. Leopoldo se balanceó a
un lado y a otro sobre la red de pescar y gritó divertido "Woohoo!" Pero
entonces:
"¡O no! ¡Me siento un poco
mareado!"
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